¿Cómo crear personajes tridimensionales para tus historias?

¿Cómo crear personajes tridimensionales para tus historias?

¿Cómo crear un personaje tridimensional? Un personaje que cobre vida, que se torne entrañable que vea y sienta. Un personaje es un individuo ficticio en una narración, obra teatral o cine. Puede ser una persona, animal, dragón, ovni o un monstruo. Se le otorga una serie de actitudes, emociones y pensamientos, que lo hace tridimensional.   

Construir una persona real es uno de los procesos más importantes a la hora de trabajar una historia. Una vez que se piensa en un relato, el autor debe saber todo acerca de sus personajes. Aquí te mostramos algunos ejemplos:  

  • Aspecto físico, edad, altura, cabello, complexión, rasgos, forma de vestir, temperamento, características positivas y negativas.  
  • Contexto: Espacial, dónde vive, dónde nació, familiar, religioso, educacional, ocupación, gustos, no gustos y manías.  

Una vez que lo caractericemos se encuentran distintos tipos de personajes:   

  1. Episódicos: Son los que aparecen circunstancialmente. No tienen un papel principal, pero ellos pueden ser los que activen, traben, desordenen o demoren el avance de la narración.  
  2. De marco: Son los que no desarrollan ninguna acción que sea trivial. Sirven para darle realismo y contexto. Sus acciones no repercuten en la trama.  
  3. Principales: Son los que interfieren en la trama. Padecen de alguna transformación, usualmente cambian de actitud o de pensamiento. Se dividen en dos grupos:  
    • Protagonistas: Intentan alcanzar un objetivo.  
    • Antagonistas: A veces, intentan alcanzar los mismos objetivos que el protagonista. Harán lo que sea para destruir física y psicológicamente a quien se cruce en su camino.  
  4. Secundarios: Son los que acompañan al protagonista en su recorrido, o los que ayudan a la parte antagónica. Se caracterizan por no padecer ningún tipo de transformación. 
  5. Ausentes: No suelen aparecer físicamente, solo están presentes en los recuerdos de los personajes. Y, en algunas ocasiones, resultan ser el núcleo del conflicto. 

Las tres dimensiones, que todo autor debe conocer son los pensamientos, acciones y emociones.  

La emoción surge cuando nos enfrentamos ante un problema.  Se debe posicionar al personaje en diferentes situaciones y pensar cómo reaccionará ante tal circunstancia. Por ejemplo:

"Alberto vive en una ciudad distópica, después de una guerra que frenó y desintegró varios países, una bomba mató a sus padres. Aunque está inmerso en una terrible soledad, confía muy rápido en una joven. Ellos se aventuran en una historia llena de misterio." 

Alberto se construye como un personaje que confía en las personas. Al conocer a una joven, se siente emocionado. Si Alberto hubiera sido desconfiado y pesimista, habría cambiado el rumbo de la historia.  

Las acciones desencadenan el hilo de la trama por eso hay que tener cuidado a dónde queremos situar a nuestro personaje.  

Siguiendo con el ejemplo de Alberto: si el personaje fuera desconfiado, no habría conflicto. 

Por último, los pensamientos están en constante movimiento. En cualquier relato, los únicos narradores que pueden profundizar en la mente de los personajes son los omniscientes, la falsa tercera y el avec (si se trata de un solo personaje).  Hay diferentes formas de mostrar un razonamiento: monólogo interior, diálogo o en un soliloquio.  

Un monólogo muestra un flujo de conciencia: una idea fragmentada que no tiene unidad. Un ejemplo es Ulises de Joyce. El protagonista tiende a mezclar sus juicios con la historia. A diferencia de Madame Bovary que tiene un pensamiento más fluido y entendible para el lector.  

Un soliloquio proviene del vocablo soliloquium que se traduce como hablar a solas. Es un discurso ininterrumpido, lleno de reflexiones, que se realiza en voz alta y a solas para comunicar sentimientos. No permite que el interlocutor participe o responda. Normalmente se utilizan en representaciones teatrales. Los pensamientos también se pueden construir por medio de diálogos. Cada personaje tiene una única forma de hablar, se puede usar muletillas, dequeísmos, pleonasmos, etc.  

En Quijote de la mancha, Sancho habla con dichos y refranes de la cultura mexicana. En contraste con el personaje de Don Quijote, que su lenguaje es más refinado.  

Ahora bien, cada una de las fases presenta una figura ficticia que puede llegar a ser compleja y nítida. Es importante recalcar que, en base, a lo planteado, los personajes siempre estarán vivos en la mente de cada ser humano, si la historia es precisa, coherente y contundente.  

Si un personaje vive en la mente de un buen lector, hay una buena aventura sobre el papel.  

Por Brenda Becerril Pérez.

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